viernes, 1 de noviembre de 2013

Día de muertos en Tuxtla Chico.

 Por Ing. Andrés Cueto Navarro.

Panteón Municipal convertido en jardin ocasional.

            Fascina la forma como el Mexicano festeja esa otra vida que es la muerte. 
Desde tempranas horas de la mañana del 1 de Noviembre la monotonía de lo cotidiano se rompe ante el encanto de ese festejo. El ambiente en el mercado se engalana ante la policromía de las flores que habrán de adornar los altares  y  nichos. El deambular de la gente en pleno trajinar del día en que las almas de los infantes difuntos ocuparan  nuevamente  el lugar entre la familia mortal que nunca los ha olvidado.

El panteón local se encuentra abarrotado. Risas, música y voces brotan de capillas, nichos y espacios donde se sepultaron los seres queridos.


Un monumento a la vida  en casa de la muerte.

El ambiente es de fiesta es inconfundible, desde la entrada al camposanto el ambiente de feria es inconfundible, fruta curtida en mistela, chuchos secos, cascarones con harina, juguetes, puestos de ropa y calzado y una variedad de aguas frescas, tacos, y ricos platillos se ofrecen a las familias que visitan el cementerio para limpiar, adornar, festejar y compartir la existencia con aquellos que se  “adelantaron”.


La muerte ambiente de fiesta.
  La muerte fría se vuelve cálida, el llanto de ayer ahora es risa acompañada de momentos de silencio para reflexionar  y recordar, los niños ríen y juegan al lado de la cruces que señalan el lugar donde está el hermano, hermana, primo , prima ,tío o tía  que hoy comparte el juego y la risa en una jornada familiar.
Alrededor de la tumba, las mesas, la parrilla, las botanas y cervezas en la hielera engalanan el lugar donde el festejado que no es de este mundo y que solo por hoy estará presente es   principal invitado, después se va  para retornar dentro de un año para celebrar lo que fue y es dentro de la familia.

La aceptación a la muerte, es en cierta forma, fría… Algunas personas con anticipación  compran los espacios en los cementerios, se preparan pues  para la muerte, escogen su féretro, se tejen las mortajas y hasta se definen los detalles del velorio. Nos aceptamos finitos e incorpóreos, que tenemos una continuidad en la “otra Vida” que paradójicamente es la muerte. Sabemos que regresaremos cada 2 de noviembre a celebrar y contactar lo que dejamos y que conviviremos  con  la familia terrenal con los colores, sabores y texturas de lo que hoy es una maravillosa tradición.

" El ultimo adiós" Nombre chusco de cantina cerca del cementerio de Tuxtla Chico.











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