miércoles, 20 de noviembre de 2013

Solsticio de Invierno en Izapa.


Sello solar 20 Ajaw.

Solsticio de invierno en la antigüedad.

       El solsticio de invierno siempre ha sido una de las fechas más señaladas en todos los calendarios de todos los tiempos y culturas. Estas fechas nos han llegado a nosotros como la festividad de la Navidad y el año nuevo. Pero su significado es mucho más profundo y su tradición mucho más antigua y amplia de lo que la mayoría de la gente cree.
        No es sólo el día más corto del año. En las culturas pasadas fue motivo de celebración o introspección: un momento de cambio. En Mesopotamia tenían un festival de 12 días de renovación cuyo propósito era ayudar al dios Marduk a resistir los monstruos del caos. La fiesta de Saturnalia, en la antigua Roma, se celebraba el 25 de diciembre, y en Irán (Persia), existía la fiesta de yalda, en la que las familias se mantenían en vigilia toda una noche y alimentaban el fuego para ayudar al Sol a combatir la oscuridad. El solsticio de invierno es también parte de la herencia cultural en Pakistán, Tíbet, China y otros sitios. En su raíz está siempre el temor de que la disminución de luz solar sea permanente.
       La Iglesia romana, para conseguir la conversión, trasladó la fiesta de la Natividad y adaptó elementos de las antiguas celebraciones, como el muérdago, el árbol, los colores rojo y verde, e incluso villancicos y regalos.
       Mucho antes de que se celebrara la Navidad la gente se reunía para celebrar el solsticio de invierno, el día más corto del año y la noche más larga. Esto ha sido y es así en distintas culturas del mundo entero. En la cultura celta se festejaba el amor y la fertilidad (los nacimientos y la siembra), con bailes y comidas, rendían culto a los árboles, la encina era el árbol sagrado y recogían muérdago. En la antigua Roma se celebraba la Saturnalia, una fiesta entorno a la paz, la ausencia de guerras y se intercambiaban regalos. Se celebra el fin de un año y el comienzo de uno nuevo.
       En la antigua Grecia, el culto popular de Dioniso estaba repartido en cuatro grandes festividades: las dos primeras (las Dionisíacas de los campos y las Leneas) se celebraban alrededor del solsticio invernal, con carácter propiciatorio de la fertilidad/prosperidad y en medio de festejos, caracterizados por la gran alegría general. Las dos últimas tenían lugar en la primavera y festejaban la resurrección de la Naturaleza.
         En Roma, la celebración de las Saturnalias (fiestas dedicadas a Saturno, padre de los dioses olímpicos y dios protector de la Naturaleza) duraba una semana. Después de la ceremonia religiosa, había grandes festejos y banquetes, se abolían temporalmente las clases sociales y, en los ágapes, los señores servían a sus esclavos; cesaba toda actividad pública (en tribunales, escuelas, comercios, operaciones militares, etc.) y no se permitía ejercer ningún arte ni oficio, salvo el de la cocina; se imponía el hacerse regalos unos a otros, los ricos convidaban a sus mesas, bien surtidas, a los pobres que llamaban a sus puertas, se practicaban juegos de azar, etc.
         En los mitos solares de todas las culturas antiguas, ocupa un lugar central la presencia de un dios joven (Jesucristo en la religión cristiana), que cada año muere y resucita, encarnando en sí los ciclos de la vida de la Naturaleza.
      Desde hace miles de años y para las culturas y sociedad más diversas, el solsticio de invierno ha representado el advenimiento del acontecimiento cósmico por excelencia. No es ninguna casualidad, por tanto, que el nacimiento de los principales dioses, relacionados con el Sol (como Osiris, Horus, Apolo, Mitra, Dioniso/Baco, etc.) fuese situado durante este período temporal.
      Durante el solsticio de invierno, la imagen del dios egipcio Horus era sacada del santuario para ser expuesta a la adoración pública de las masas. Se le representaba como un niño recién nacido, recostado en un pesebre, con cabello dorado, con un dedo en la boca y el disco solar sobre su cabeza.
Muchas culturas celebran el solsticio de invierno. Los pueblos indígenas —como los aimaras, quechuas, rapanui y mapuches— agradecen por estas fechas el año anterior y piden padre Sol que retorne con mayor fuerza después de su retiro invernal. Otros festivales parecidos son: el Hanukkah (Janucá), judío; el Yalda, iraní, que celebra el nacimiento del dios Mehr.
      El solsticio de invierno chino se celebra con el Dong zhi, que literalmente significa "la llegada del invierno". Tiene sus orígenes la filosofía del Yin y Yan, del balance y armonía del cosmos. Después de la celebración, el 22 de diciembre, los días empezarán a ser más largos y aumentará el flujo de energía positiva. Se celebra con una suntuosa comida familiar, en la que se come, entre otras cosas Tang Yuan, unas bolas dulces de arroz que simbolizan la unión familiar y la prosperidad.

El Solsticio de Invierno en Izapa.


       Indiscutiblemente el sol ( ahaw) fue decisivo para la orientación y construcción de Izapa , eventos astronómicos muestran como estelas , tronos u otros monumentos servían como marcadores de la ubicación del astro rey en diferentes épocas del año.
        Específicamente el solsticio de invierno parece tener una manifestación literal al iluminar con sus rayos el trono II del grupo F de Izapa en las primeras horas del 21 de diciembre de cada año.
         El trono muestra en su parte frontal piernas de mujer en un trabajo de parto, este canal de parto se ve coronado con lo que según investigadores parece ser la cabeza de un ser que al cumplirse el ciclo anual de traslación solar es iluminado por uno de los dioses más importantes de mundo prehispánico, el dios sol o ahaw.
        Símbolo del renacimiento, del fin de un ciclo e inicio de otro , paso a la renovación física y espiritual tan necesaria para multitudes que viven la desesperanza de un mundo artificial y estéril.

        Este 21 de diciembre de 2013 acompáñanos a celebrar este acontecimiento, que los primeros rayos del sol , inicio del nuevo ciclo solar sean el preámbulo para el renacer de nuestra conciencia invocando al equilibrio en nuestras vidas , que ahaw nos marque el acontecimiento de renovación anual , acompañados de nuestros amigos , familiares y población tomemos energía uniendo con nuestras manos ,culturas y celebraciones milenarias  que invitan a vernos como  comunidad despertando los sentidos a los mensajes que hacen que nuestra vida tenga un sentido de trascendencia mas allá de la temporalidad de nuestro ser físico.


¡Te esperamos!

viernes, 1 de noviembre de 2013

Día de muertos en Tuxtla Chico.

 Por Ing. Andrés Cueto Navarro.

Panteón Municipal convertido en jardin ocasional.

            Fascina la forma como el Mexicano festeja esa otra vida que es la muerte. 
Desde tempranas horas de la mañana del 1 de Noviembre la monotonía de lo cotidiano se rompe ante el encanto de ese festejo. El ambiente en el mercado se engalana ante la policromía de las flores que habrán de adornar los altares  y  nichos. El deambular de la gente en pleno trajinar del día en que las almas de los infantes difuntos ocuparan  nuevamente  el lugar entre la familia mortal que nunca los ha olvidado.

El panteón local se encuentra abarrotado. Risas, música y voces brotan de capillas, nichos y espacios donde se sepultaron los seres queridos.


Un monumento a la vida  en casa de la muerte.

El ambiente es de fiesta es inconfundible, desde la entrada al camposanto el ambiente de feria es inconfundible, fruta curtida en mistela, chuchos secos, cascarones con harina, juguetes, puestos de ropa y calzado y una variedad de aguas frescas, tacos, y ricos platillos se ofrecen a las familias que visitan el cementerio para limpiar, adornar, festejar y compartir la existencia con aquellos que se  “adelantaron”.


La muerte ambiente de fiesta.
  La muerte fría se vuelve cálida, el llanto de ayer ahora es risa acompañada de momentos de silencio para reflexionar  y recordar, los niños ríen y juegan al lado de la cruces que señalan el lugar donde está el hermano, hermana, primo , prima ,tío o tía  que hoy comparte el juego y la risa en una jornada familiar.
Alrededor de la tumba, las mesas, la parrilla, las botanas y cervezas en la hielera engalanan el lugar donde el festejado que no es de este mundo y que solo por hoy estará presente es   principal invitado, después se va  para retornar dentro de un año para celebrar lo que fue y es dentro de la familia.

La aceptación a la muerte, es en cierta forma, fría… Algunas personas con anticipación  compran los espacios en los cementerios, se preparan pues  para la muerte, escogen su féretro, se tejen las mortajas y hasta se definen los detalles del velorio. Nos aceptamos finitos e incorpóreos, que tenemos una continuidad en la “otra Vida” que paradójicamente es la muerte. Sabemos que regresaremos cada 2 de noviembre a celebrar y contactar lo que dejamos y que conviviremos  con  la familia terrenal con los colores, sabores y texturas de lo que hoy es una maravillosa tradición.

" El ultimo adiós" Nombre chusco de cantina cerca del cementerio de Tuxtla Chico.